Privacidad en el trabajo, ¿dónde está el límite?

Hace más de setenta años que George Orwell vaticinaba la presencia de un Gran Hermano, quien sería omnipresente, omnipotente y omnisciente en la vida de las personas. Todo debido a que la revolución de la información y el auge incontrolado del acceso a la información, han llevado a cuestionarse dónde está el derecho a la intimidad.

En el campo laboral los mecanismos de vigilancia son usados para corroborar la productividad de sus trabajadores, pero ¿dónde está el límite?

“Desde hace un tiempo que la tecnología pasó a ser considerada como una bendición para las empresas, ya que permitió supervisar de cerca casi cada aspecto de las comunicaciones en el lugar de trabajo que implican el uso de computadoras y teléfono. De hecho, muchas empresas aprovechan la tecnología para este fin, sin embargo, cuando un empleado tiene una expectativa razonable de privacidad como, por ejemplo, un espacio físico como una oficina con llave, el empleado puede recibir protección de su privacidad”, afirmó la abogada integrante del Bufet de Abogados, Alicia Castillo.

Una de las herramientas más usadas hoy en los trabajos es el correo electrónico que, según Castillo, no es tan privado como parece, porque los empleadores pueden controlar cada uno de los movimientos de sus trabajadores. “Cada trabajador cuenta con derechos generales y específicos respecto de su privacidad en el trabajo, pero estos derechos están compensados con los derechos de los empleadores de supervisar las operaciones comerciales”, agregó.

Para vigilar la productividad de sus empleados, hay empresas como Microsoft que planea integrar en su sistema de control el programa Kinect que controla el comportamiento de los empleados en sus ordenadores, sus llamadas telefónicas e, incluso, su conducta gestual.

“Acá hay dos objetivos que podrían ser contrapuestos. Por un lado están el respeto a la privacidad de los trabajadores y la voluntad de tener un buen ambiente laboral y, por otra parte, está el interés de las empresas en tener colaboradores con buenos niveles de productividad. Ambos objetivos debieran ser razonablemente compatibilizados, y la forma concreta que tome esto dependerá de cada organización”, sostuvo el director de la Maestría en Administración de Empresas de la Universidad de Chile, Gastón Held.

Y es que para contribuir a mantener un buen ambiente de trabajo en estas circunstancias se debieran transparentar las reglas del juego, enfatizó Held, quien agregó que los trabajadores debieran saber que tienen la posibilidad de hacer uso de estos canales en determinadas condiciones, y que ese uso será monitoreado.

“Siempre han existido mecanismos para controlar y vigilar a los empleados en el desempeño de su trabajo, pero el empresario no tiene una libertad absoluta de control. La medida debe ser proporcionada al fin que se persigue y, por supuesto, siempre respetando la dignidad del trabajador”, explica Covadonga Roldán, gerente de la práctica laboral de la firma Deloitte Abogados y Asesores Tributarios (España).

Porque si una empresa decide instalar sistemas de vigilancia para sus empleados, debería elaborar con anticipación un protocolo para informar a sus trabajadores los objetivos que persigue con el uso de este tipo de herramientas de vigilancia.

Así lo afirmó el abogado laborista argentino Lorenzo Sojo, quien agregó que “el video monitoreo, las escuchas auditivas, los controles de desplazamiento, el monitoreo por programas de computación, la revisión de contenidos de computadoras, la lectura de los e mails de los trabajadores, la recolección digitalizada de datos personales están modificando los ambientes de trabajo en pro de una mejor productividad en beneficio de la comunidad. Esta mejora no debe atentar contra la personalidad espiritual de los que trabajan, afectando su intimidad y en términos más amplios la propia dignidad personal”.

Fuente: educamericas.com

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